Hach Ahmed, irmão de Ahmed Bujari, faz
neste texto dorido e magoado, publicado no blog http://saharaopinions.blogspot.pt/
, o elogio à memória do seu irmão. Vale a pena lê-lo. Hach Ahmed, tal como seu
irmão, foi durante muitos anos diplomata da Frente Polisario, tendo sido
ministro da RASD delegado para América Latina e o Caribe.
Permitidme
que haga míos los versos de un gran poeta:
“se me ha
muerto como del rayo Bujari, el hermano y el maestro con quien tanto quería. No
hay extensión más grande que mi herida”.
Lloro por
mí, lloro por mi familia, la pequeña, y lloro también por nuestra familia
grande, el pueblo saharaui, ese pueblo grande, noble y generoso, donde nacimos,
crecimos y vivimos, junto al que asumimos sus tragedias y sus esperanzas.
Bujari, como decía el poeta español, luchador por las libertades, Miguel
Hernández, “siento más tu muerte que mi vida”.
En estas
horas, en estos días, he sentido que mi herida, la gran herida de mi familia,
la comparten muchas personas de todo el mundo, me han llegado los sentimientos
sinceros de miles y miles de saharauis, de todas las edades, de todos los
rincones, de conocidos por todos y de completamente desconocidos para mí, que
tienen en común el cariño y la admiración por una trayectoria de vida que
supera lo mucho que yo ya conocía y admiraba. Recuerdo al niño con el que
compartí la infancia, al hermano mayor y responsable a cuyo lado fui haciéndome
hombre y descubriendo con él quiénes éramos, quién era el pueblo noble al que
pertenecíamos y su encrucijada histórica por el sometimiento al colonialismo y
las invasiones extranjeras.
Juntos
también crecimos en el descubrimiento de la responsabilidad que debíamos asumir
para la liberación de nuestro pueblo, un compromiso que ha condicionado toda
nuestra vida, como la de muchos saharauis. Bujari, el brillante estudiante con
un prometedor futuro profesional, se puso, antes que yo, en la primera línea de
lucha del movimiento de liberación de su pueblo, poniendo a su servicio sus
enormes capacidades, sus ilimitadas cualidades intelectuales y humanas. Décadas
de pelea sacrificándolo todo, los afectos, la familia, las comodidades
materiales.
Bujari era
el eterno e incorregible convencido de que la justicia de la causa saharaui
sólo podía llevar, tarde o temprano, a su victoria y a su reconocimiento. Pero,
sobre todo, Bujari es el hombre íntegro que nunca se desvió del rumbo, que
nunca cedió un ápice a la tentación de soluciones personales, nunca abandonó
esa actitud, nunca hizo fortuna personal, el legado a sus hijos e hijas, no es
ni un solo dólar, una sola “ouguiya”, es mucho más grande que todo eso, es una
lección de dignidad y de integridad absolutas para todos aquellos a los que el
destino pudo o podrá llevar a asumir puestos de responsabilidad en el liderazgo
de los pueblos que aún luchan por la libertad. Bujari fue, en otras palabras,
un icono, no sólo en el orden intelectual, sino también en el moral.
Bujari se
codeó con presidentes, diplomáticos y figuras internacionales de todo tipo y
siempre dejó alto el pabellón de la causa y del pueblo que representaba. Bujari
será siempre el incansable luchador por los derechos del pueblo saharaui, por la
independencia y la integridad, por el futuro de un Sáhara que se desarrolle en
el contexto de los países democráticos y más avanzados. Hasta la última hora de
su vida su misión, su defensa de la causa, estaba por encima de sus necesidades
y de su propia salud. La enfermedad, la maldita enfermedad, la sufrió como un
estorbo que limitaba sus capacidades para seguir trabajando ante las últimas
maniobras en la ONU, pendiente de las noticias, escribiendo, razonado. Sus
sufrimientos nunca hicieron mella en su moral ni en la firmeza de su voluntad
hasta el último suspiro.
Bujari, pese
a todo, forma ya parte imborrable de la historia del pueblo saharaui y
permanecerá como un ejemplo insustituible mientras los saharauis sigamos
existiendo y luchando por nuestro futuro.
La inmensa
pena y consternación con las que nuestro pueblo vivió y vive esta pérdida, esta
tragedia para mi familia, el duelo generalizado que invadió cada hogar, cada
jaima de este pueblo grande y generoso, es la demostración de que los pueblos, y
sólo ellos, saben colocar a sus hijos en el lugar que se merecen en la historia
Para sus
hijas e hijos será siempre el padre excepcional y ejemplar, y para mí, para su
familia, será siempre el hermano querido hasta el final.
Bujari se ha
ido, como muchos mártires de este pueblo, es una pérdida irreparable, pero
también es una de aquellas pruebas en las que todos debemos sentirnos
orgullosos de pertenecer a este pueblo grande y noble.
8 de abril
de 2018
HACH AHMED
ahmedhach[at]gmail.com
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