domingo, 13 de dezembro de 2020

Rosa Montero (*): Hoje vou falar dos saharauis e do seu regresso à via armada - EL PAÍS Semanal




Los saharauis han pasado 29 años siguiendo la vía legal con las resoluciones a su favor sin conseguir nada


(*) - Rosa Montero Gayo é uma conhecida e reputada jornalista e escritora espanhola. Entre os muitas distinções recebidas ao longo da sua carreira conta-se o Prémio Nacional das Letras Espanholas, em 2017. O texto que aqui reproduzimos, com o devido reconhecimento, foi publicado hoje no EL PAÍS - Semanal 

Hoy voy a hablar de los saharauis y de su regreso a la vía armada. ¿Te parece un aburrimiento, te resulta cansino por lo antiguo, ya estás harto del tema? Pues, si a ti te sucede eso, imagínate a ellos. Por favor, no te vayas de este artículo: te ruego que te lo leas hasta el final. Todo comenzó en los años sesenta, cuando varias resoluciones de la ONU promovieron la descolonización e independencia del Sáhara. Pero, claro, por entonces vivíamos en una dictadura, y a Franco, como buen dictador, le importaba un comino la legalidad internacional e hizo caso omiso. Arrimando el ascua a su sardina, Marruecos reclamó los territorios al Tribunal de Justicia de La Haya, creyendo que iba a salir vencedor. Pero, en octubre de 1975, La Haya falló que ni Marruecos ni Mauritania tenían ningún vínculo de soberanía con el Sáhara. Entonces a Hassan II se le ocurrió lo de la Marcha Verde y ocupó el Sáhara, y España, acobardada y ruin, firmó el 14 de noviembre de 1975 el Acuerdo de Madrid, que consistía en partir en dos a los saharauis y venderlos a Marruecos y Mauritania. Por cierto, ese acuerdo traidor fue declarado nulo por la ONU en 2002.

Luego vino la invasión militar marroquí a sangre y fuego, la trágica huida de decenas de miles de saharauis a través del desierto, su asentamiento pasajero en tierras argelinas. Y digo pasajero porque los campamentos de refugiados de Tinduf eran provisionales. Pero ya llevan 45 años en la hamada argelina. Yo he estado allí un par de veces: es un lugar atroz, un desierto de piedra en el que no sobreviven ni los escorpiones. “Ojalá te destierren a la hamada”, reza una antigua maldición saharaui, porque ese lugar es el infierno. Qué tremendo que su maldición los haya atrapado.

Pero no se rinden. En los primeros años de guerra, y aunque eran David contra Goliat, consiguieron que Mauritania se retirara del conflicto, que la ONU reconociera el derecho de los saharauis a la autodeterminación e independencia y a la celebración de un referéndum, y que Marruecos se viera tan hostigado que en 1991 aceptó el plan de la ONU y el referéndum a cambio de un alto el fuego. Todo era mentira, claro está. Han pasado 29 años y no se ha hecho nada. Aún peor: como la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) ha sido reconocida por varias decenas de países (España, por supuesto, no está entre ellos), pero no por la totalidad, los saharauis viven en un limbo legal que les impide defenderse plenamente. Por ejemplo, los 2.700 kilómetros de muro que Marruecos construyó para separar la zona ocupada de la liberada por la RASD están sembrados de explosivos; es el campo minado más largo del mundo y, según el Landmine Monitor, quizá sea el territorio habitado más contaminado por minas antipersona del planeta. Pero no está en el foco de zonas a limpiar por la Convención de Ottawa, puesto que no tiene estatus de país independiente. Lo mismo sucede con el patrimonio cultural. Hay un yacimiento arqueológico importantísimo en territorio saharaui, Erqueyez Lemgasem, con maravillosas pinturas rupestres, que está en una situación de vulnerabilidad extrema, porque la irregularidad de la RASD le impide inscribir el yacimiento en la lista de patrimonio mundial de la Unesco. Por eso pasan cosas tan terribles como el vandalismo de los cascos azules de la ONU, que garabatearon grafitis sobre las pinturas rupestres y arrancaron paneles (fueron denunciados en 2007 y la ONU reparó en lo posible los daños).

Sí, estamos destruyendo y esquilmando el Sáhara. En 2019, la UE firmó un acuerdo de pesca con Marruecos que incluye los caladeros del Sáhara, aunque el propio Tribunal de Justicia europeo había dictaminado que no se podía pescar en esa zona. Se trata, por tanto, de un acuerdo ilegal. Marruecos recibe unos 50 millones de euros al año y a cambio más de un centenar de barcos europeos pueden faenar allí. Y el 66% de esos barcos son españoles. ¡Y luego criticamos que hayan vuelto a tomar las armas! Recuerda que se han pasado 29 años siguiendo la vía legal con todas las resoluciones a su favor sin conseguir nada. Es decir: nos hemos pasado 29 años enseñándoles que en este mundo sólo se presta atención a los violentos.


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