Zain Alal, soldado desmobilizado da Polisario
aponta uma mina
anti-pessoal.
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Uma fortificação de mais de 2.000 quilómetros rodeada de
minas antipessoal e guardada por 180.000 soldados divide de norte a sul o deserto
do Sahara Ocidental. De um lado ficam os territorios ocupados por Marrocos em
1975 e, do outro, o território controlado pela Frente Polisario e os acampamentos
de refugiados de Tindouf, já na Argelia. Frente ao muro levantado pelo reino
alauita manifestam-se, desde há cinco anos, associações, pessoas, famílias espanholas
que acolhem todos os anos menores saharauis e a Frente Polisario, representante
político do povo saharaui.
Este
año, coincidiendo con la jornada mundial contra las minas antipersona, la
Asociación Saharaui de Víctimas de Minas (ASAVIM) aprovechó la cita para
denunciar la vigencia de las municiones que utiliza Marruecos a lo largo de la
línea divisoria trazada en 1980, en plena guerra entre el reino de Hasán II y
el Frente Polisario tras abandonar España el territorio. A escasos 400 metros
del territorio minado, un grupo de hombres mutilados descubrieron, el pasado
viernes, sus piernas ortopédicas que sustituyen a las que perdieron por culpa
de una munición prohibida por el Tratado de Ottawa, en vigor desde el 1 de
marzo de 1999. "Venimos a manifestarnos para que las organizaciones
internacionales presionen a Marruecos para que ratifique el tratado y deje de
ser una máquina de sembrar minas", aclara Ahmed Sidali, presidente de la
ASAVIM y víctima de la explosión de un artefacto por el que pasó el coche en el
que viajaba, el 16 de enero de 1979. Aquel día, a consecuencia del estallido,
perdió un brazo y las dos piernas y murió un ocupante del vehículo.
"Estimamos
que hay cerca de siete millones, pero la cifra real puede alcanzar los diez
millones, lo que convierte esta zona es una de las más contaminadas del
mundo", explica Sidali, apostado a escasos dos metros de un círculo de
piedras que señaliza un punto que podría albergar una mina antipersona.
"Esta zona está plagada", advierte.
Sobre
el origen de estas municiones, el ministro saharaui de Cooperación, Hach Ahmed,
asegura que no todas son de la etapa bélica, entre 1975 y 1991. "Tenemos
constancia de la existencia de minas antipersonas muy modernas, lo que nos
lleva a considerar que Marruecos sigue sembrando estos artefactos".
Interrogado sobre la adquisición de estas minas, Ahmed se limita a sugerir que
el reino de Mohamed VI "tiene convenios militares con países como Estados
Unidos, Francia y España".
La
manifestación de rechazo al muro, denominado por los saharauis como "de la
vergüenza", supone, a juicio del ministro de Cooperación "un acto
masivo, con presencia de cerca de 1.000 personas, para denunciar la afrenta a
la dignidad humana que significa la existencia de un muro de estas
características en pleno siglo XXI". El político saharaui también apunta a
la responsabilidad española sobre el territorio: "España sigue siendo la
potencia administradora del Sáhara por lo que el Gobierno español podría
considerar este muro como una fortificación levantada en una provincia española
más". Ahmed se refiere de este modo a la resolución S/2002/161 de Naciones
Unidas que niega la transferencia de soberanía del Sáhara Occidental a
Marruecos y Mauritania a través de los acuerdos tripartitos firmados en Madrid
en 1975.
Desminado de terrenos
"liberados"
Con
todo, son las propias asociaciones las que destinan esfuerzos a las labores de
desminado de las zonas próximas al muro en colaboración con el gobierno de la
República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y el Frente Polisario. Hasta la
fecha, la organización británica Action on Armed Violence ha rastreado más de
21 millones de metros cuadrados y neutralizado cerca de 22.000 explosivos en
las zonas bajo dominio del Polisario.
El
director del programa que esta organización tiene en el Sáhara Occidental,
Ahmed Sidi Ali, indicó en una reciente charla celebrada en el campamento de
refugiados '27 de Febrero' que los nuevos mecanismos para el barrido de minas
les han llevado a una limpieza del 70% de los artefactos ubicados al norte de
la zona conocida por los saharauis como "territorios liberados" y por
Marruecos como "zona defensiva" [terreno bajo protección del Frente
Polisario]. "Toda la parte sur de la zona liberada está limpia de minas;
el problema está en la franja que queda a cinco kilómetros del muro, ya que es
una zona neutral, con el paso prohibido a militares, y Marruecos no nos permite
pasar a desminarla a pesar de que los civiles sí transitan por ahí y siguen
siendo víctimas de las minas", explica Sidi Ali.
A
finales de mayo está previsto que la organización británica de a conocer el
número de víctimas que han provocado las minas alrededor de la muralla
marroquí.
Las historias que aglutina el
muro
Frente
a la fortificación minada se dan cita cada año desde hace un lustro los relatos
de la ocupación marroquí sobre el Sáhara Occidental. Al encuentro de este año
acudió el encargado de protocolo en el campamento de Smara Mohamed Mustafa
Sorku, quien secundó la protesta "para exigir el fin de un muro que divide
el Sáhara y pretende eliminar la identidad cultural saharaui".
"España debe reconocer y trabajar por los principios de nuestro pueblo ya
que fue la primera potencia colonizadora del territorio". Sorku formó
parte de las incipientes operaciones militares del recién creado Frente
Polisario en 1974. En una de estas acciones que les enfrentaban a la policía
franquista del Sáhara Occidental perdió un ojo. "Se trataba de una pequeña
operación para reivindicar la independencia y terminó con dos saharauis heridos
y otros tres muertos", recuerda.
Zain
Alal, soldado retirado del Polisario, aún recuerda a Don Rafael, el director de
la escuela La Paz a la que acudía de niño en El Aaiún español. De regreso tras
la protesta ante el muro, Alal, de 40 años, rememora su participación en los
últimos años de la contienda. "Estaba en un grupo donde nos dedicábamos a
robar material a las tropas de Marruecos", explica. Su padre, que prestó
servicio como policía saharaui en la etapa española, murió en la guerra el 12
de febrero de 1980. Ahora Alal colabora en las labores de localización de minas
antipersonas alrededor del muro.
Las
palabras de ánimo las ponen los españoles que estos días acuden a los
campamentos y que también participan en la protesta frente al muro. El gobierno
de la RASD estima que este año, cerca de 400 extranjeros se han sumado al acto
de protesta. Luis Cruz, miembro de una asociación de Huelva, denunció el
abandono de los diferentes gobiernos españoles en la cuestión del Sáhara:
"Tenemos una deuda moral e histórica con este pueblo y es vergonzoso que
una de las primeras cosas que haya hecho Rajoy nada más llegar a la presidencia
sea reunirse con el rey de Marruecos".
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