terça-feira, 28 de maio de 2013

50º Aniversário da União Africana: o rei Mohamed VI celebra-o com um revés diplomático


A diplomacia do rei Mohamed VI de Marrocos acaba de receber um forte revés diplomático no cenário africano. Na XXI Cimeira da União Africana (UA) realizada este fim-de-semana em Addis Abeba, capital etíope, foi-lhe dito a claro e bom som que não há nenhum inconveniente que o seu país regresse à organização sempre que seja sem querer pôr condições que afetem a participação na mesma da RASD, a República Árabe Saharaui Democrática.

La advertencia la hizo el responsable de la Comisión de Paz y Seguridad de la UA, Ramtane Lamamra, y siguió a ciertas maniobras con las que el Gobierno marroquí ha intentado dar a su opinión pública la esperanza de que la habilidad diplomática del rey Mohamed VI estaba a punto de acabar con la ausencia de Marruecos de la Unión Africana.

Lamamra dijo no hay problemas de parte de la UA para que Marruecos deje de ser el único país del continente africano que no forma parte de la organización integrada por 54 Estados. Al fin y al cabo el conflicto tuvo origen en la espantada que dio el padre de Mohamed VI, el fallecido Hassán II, con portazo incluido, cuando en 1984  la Organización de Unión Africana (OUA), antecesora de la UA, admitió a la RASD que se convirtió así en su miembro número 51. Desde entonces no hay más obstáculo a su regreso que la promesa que entonces hizo el rey Hassán II de que Marruecos no volvería hasta que no se expulsase a la RASD.

El rey Mohamed VI hizo recientemente un gira africana (que en realidad se limita a los satélites más sumisos a la influencia de Francia) a la que la prensa de palacio sacó jugo para subrayar que, pese a la ausencia de la UA, su monarca mantiene una gran influencia en el continente africano. Aún así, a Mohamed VI le ha debido de resultar difícil de explicar a su muy nacionalista y orgullosa opinión pública que Marruecos fuese seguidamente el único país africano que no iba a estar en las fotos de familia de la la XXI cumbre celebrada este fin de semana y, peor aún, en las de las solemnes celebraciones que en Addis Abeba han marcado el 50 aniversario del nacimiento de la OUA el pasado viernes, día 25, el Día de África.

Menuda diferencia con lo que allí llaman la “República fantoche” saharaui: mientras el máximo dirigente Mohamed Abdelaziz viajaba a Addis Abeba con una nutrida delegación, los marroquíes se tenían que contentar con celebrar el Día de África con una fiesta casera que consistió en la  inaguguración de una estela conmemorativa en una plaza de Rabat que han rebautizado con el nombre de Plaza de la Unión Africana. Una ceremonia con mucho empaque a cargo del ministro des Asuntos Exteriores marroquí Saad-Eddine El Othmani que subrayó “la profunda e indeleble unión de Marruecos a su continente”.


Pero, la verdad, no hay color entre este plan y la oportunidad que Mohamed Abdelaziz tuvo en Addis Abeba de oír sonar el himno saharaui en el acto de inauguración, ver ondear la bandera saharaui en igualdad de condiciones con las de los demás 53 Estados africanos, y poderse encontrar en los pasillos o los salones del Millenium a la flor y nata de la diplomacia internacional que había acudido a la capital etíope poniendo de relieve la importancia del evento, desde el secretario de Estado norteamericano John Kerry, al secretario general de la ONU Ban Ki-moon, pasando por  el presidente francés François Hollande o la presidenta de Brasil Dilma Roussef, entre otros.

Para compensar, la prensa oficialista marroquí dio mucho bombo a las a las declaraciones con las que el decano de los embajadores africanos en Rabat aseguró que Marruecos es un Estado del que África “no puede prescindir” a la hora de afrontar sus desafíos y que se está haciendo lo posible para que pueda volver con el resto de la familia (es decir, a la UA) por la puerta grande y pisando alfombra roja. El optimista era el embajador de la República Centroafricana, que actualmente, está sumido en el caos y la violencia desde que la guerrilla del Seleka en marzo logró abrirse  camino hasta la capital, Bangui, y obligó al Gobierno a salir corriendo. Pero, omitiendo este detalle, sus solemnes declaraciones podían interpretarse como que en Addis Abeba algo se estaba cociendo a favor de la diplomacia marroquí.

Probablemente, el realce dado en Rabat a estas felices expectativas motivó que en la rueda de prensa que dio el responsable de la Comisión de Paz y Seguridad al final de la cumbre, un periodista preguntase por la posible vuelta de Marruecos a la UA. Pero el argelino Lamamra fue tajante al decir que no había habido cambios en la posición de la organización africana en relación al conflicto saharaui y, por lo tanto, no hay problema en que Marruecos vuelva pero siempre que sea compartiendo escenario con los saharauis. También dijo en términos inequívocos que la UA sigue pensando que la solución del conflicto debe estar en esa consulta libre y transparente que la ONU prometió a los saharauis. Lo hizo con varios giros, uno de ellos destacando que lo que hay que hacer es poner en marcha esa  “R” que hay en el nombre de MINURSO, la Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental.

Además de la contundente respuesta de Lamamra hay que destacar que esta cumbre extraordinaria en Addis Abeba ha dado la oportunidad a Mohamed Abdelaziz de subir al estrado con una intervención con la que pidió a la UA que ayude a los saharauis a liberar el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. En otra sala del edificio, Aminetu Haidar dio una conferencia de prensa sobre las violaciones de los derechos humanos y en la exposición dedicada a la memoria de africanos que destacaron en la lucha por la libertad de su pueblo, fueron incluidas las efigies de varios mártires saharauis, empezando por Bassiri, el padre del nacionalismo saharaui desaparecido en el trágico verano de 1970.

Autora: jornalista Ana Camacho, ex-correspondente do “El Pais” no Magrebe.

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