Marchas de 7 de novembro de 1975 (a Verde)
e ação militar de
31 de outubro (a Vermelho)
|
A 6 de novembro, cumprem-se trinta e oito anos da invasão da
antiga província espanhola do Sahara Ocidental por parte da chamada “Marcha
verde” - uma macro mobilização de 300.000 civis marroquinos apoiados pela quase
totalidade do Exército desse país, com a ajuda técnica e logística do
Departamento de Estado norte-americano - que, em poucos dias, depois da
traição, cobardia e abandono por parte das autoridades espanholas do seu dever
de defender o sofrido povo saharaui e, consequentemente, os seus direitos e liberdades
mais básicas, conseguiria, "pacificamente", por meio do vergonhoso
Tratado de Madrid, de 14 do mesmo mês de novembro de 1975, que a Espanha cedesse
ao reino alauita a administração da maior parte (e a mais rica) do extenso território
africano sob sua jurisdição.
Passaram-se já 38 anos após aquele ato de cobardia, daquele despropósito,
daquele abandono vil por parte de Espanha de todo um povo acolhido às suas leis
e à sua proteção internacional e este país continua preso à sua própria
vergonha, ao seu incrível descuido, a uma política de pânico ante o déspota marroquino
que não só se permite uma e outra vez ignorar as resoluções do conselho de
jurisdição universal (ONU), como se atreve a pressionar e chantagear
permanentemente os dirigentes espanhóis respaldado, sem dúvida, pelo apoio
permanente do imperialismo dos EUA e do debilidade militar espanhola.
Aunque
periódica y tímidamente las instituciones españolas, aguijoneadas por los
grupos parlamentarios de izquierdas y más que nada para cubrir un expediente
asaz vergonzoso, se permitan reconocer la monstruosa responsabilidad que
arrastra todavía a día de hoy el Gobierno español.
Así en
el mes de diciembre de 2009 se aprobó en el Congreso de los Diputados una
proposición no de ley presentada por el Grupo Socialista, que resultó aprobada
con el apoyo de todos los demás grupos de la Cámara a excepción del PP que se
abstuvo, en la que se recogían una serie de puntos trascendentes a tener en
cuenta en la política exterior española en relación con el Sahara Occidental
administrado por España hasta el año 1975. Entre estos sobresalían el
reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, la
necesidad de que finalmente se celebre el referéndum auspiciado por naciones
Unidas y, también y curiosamente, la realización de gestiones “al máximo nivel”
para intentar solucionar política y humanitariamente el entonces mediático caso
Haidar.
Pero
dejando de lado actos institucionales más o menos testimoniales como éste del
Congreso de los Diputados, condenados de antemano a la inacción más absoluta y
al abandono mediático en el corto plazo, es de suma importancia, treinta y ocho
años después, que el pueblo español sea consciente una vez más de que la actual
situación de abandono, menosprecio y sometimiento a Marruecos del valeroso
pueblo saharaui, proviene de la traición personal del actual rey de España,
Juan Carlos I, que en noviembre de 1975, desempeñando interinamente la jefatura
del Estado español, pactó en secreto con el Departamento de Estado
norteamericano la entrega incondicional de la antigua provincia española del
Sahara Occidental al reino de Marruecos. Todo ello para evitarse una guerra
colonial con este último país que España no estaba en condiciones de enfrentar.
Este
vergonzoso Pacto del entonces príncipe de España con Henry Kissinger y el rey
Hassan II de Marruecos, que como historiador militar he estudiado a fondo y
puesto repetidas veces en conocimiento del pueblo español, me permití asimismo
darlo a conocer al Presidente del Congreso de los Diputados, señor Bono, en una
carta remitida con fecha 8 de octubre de 2008, en la que le pedía la creación
de una Comisión de Investigación que depurara las responsabilidades del rey de
España en este y en otros presuntos delitos cometidos durante su largo reinado.
De este
escrito, me permito recordar a continuación, porque creo que es de sumo interés
para los medios de comunicación, el pueblo español y, por supuesto, el pueblo
saharaui, los párrafos más importantes relacionados con el tema que nos ocupa y
que nunca pasan ni pasarán de actualidad, por lo menos hasta el día en el que
se le reintegren a la noble nación saharaui todos sus derechos:
“Me
estoy refiriendo en concreto, señor presidente del Congreso, a tres nuevos,
espeluznantes, bochornosos, repugnantes… delitos, que ni la historia ni los
ciudadanos españoles conocen todavía en toda su profunda dimensión (algunos
historiadores, obviamente, estamos en ello) cometidos en los últimos meses del
año 1975 por el entonces príncipe de España, justo cuando desempeñaba la
Jefatura del Estado de una forma interina pero con todos los poderes del
dictador en la mano. Presuntos delitos que de entrada podríamos catalogar, hasta
que la citada Comisión parlamentaria pueda pronunciarse, como de alta traición,
cobardía ante el enemigo y genocidio.
El
hecho histórico a que me refiero no es otro que el de la vergonzosa entrega a
Marruecos, en noviembre de 1975, de nada menos que 200.000 kms cuadrados del
llamado Sahara español (provincia africana según Franco, territorio bajo
administración española según la ONU) por miedo a tener que enfrentar una
guerra con ese país (que había organizado una marcha “pacífica” de 300.000
ciudadanos marroquíes y nos amenazaba con la invasión pura y dura) y tras un
pacto secreto entre el jefe de Estado español en funciones en aquellos
dramáticos momentos (el príncipe Juan Carlos de Borbón), la CIA y el
Departamento de Estado norteamericano (Kissinger). Pacto por el cual el
heredero de Franco se quitaba de en medio una muy probable guerra colonial con
nuestro vecino del sur (que podía poner en grave peligro su ansiada corona) y
recibía además el inmenso apoyo político yanqui para estabilizar su tambaleante
Régimen.
A
cambio, claro está, de traicionar con nocturnidad y alevosía, como ha sido
práctica habitual en él, al pueblo español (ajeno a todo como siempre), a sus
Fuerzas Armadas (que a pesar de su abandono operativo y escasez de medios
estaban dispuestas a sacrificarse por defender el honor de España y la
legalidad internacional), al pueblo saharaui (que sería entregado desarmado al
invasor y bárbaramente masacrado en una desigual guerra y en un oscuro
genocidio que se saldarían con más de cuatro mil víctimas, y del que cualquier
juez imparcial pediría responsabilidades al jefe del Estado español por
cómplice y colaborador necesario) y a la ONU (que había decretado a través de
su Tribunal Internacional de Justicia y de su resolución 380 la ilegalidad de
la acción unilateral de Marruecos y el derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación).
Hechos
gravísimos cometidos en su día por el actual jefe del Estado español, como son los presuntos delitos de “alta
traición a la nación española” tras la acción consumada y no debatida en sus
órganos institucionales de la entrega a una potencia invasora de una parte
importantísima del territorio nacional sin intentar defenderlo siquiera y tras
un pacto secreto con el propio enemigo y su socio geoestratégico; de “cobardía
ante el enemigo” por parte del jefe del Estado español en funciones de
comandante en jefe del Ejército que entrega sin combatir una parte substancial
del territorio nacional tras un pacto secreto con el enemigo; y de “genocidio”
contra el pueblo saharaui, en grado de colaboración necesaria con el ejecutor
directo del mismo (el sátrapa marroquí), al haber puesto bajo la bota de su
Ejército, totalmente desarmados, a los 30.000 habitantes de la antigua
provincia española, a los que debería haber defendido con arreglo al Derecho
Internacional y a los derechos humanos más fundamentales.
Hassan II recebe o SE norte-americano Henry Kissinguer. Tal como em Timor-Leste, também no Sahara Ocidental a administração americana deu luz verde à invasão... |
Repasemos,
pues, esos lamentables hechos, a punto
de cumplirse su 35 aniversario:
El 21
de agosto de 1975, el Departamento de Estado norteamericano da luz verde a un
proyecto estratégico secreto de la CIA, financiado por Arabia Saudí, para
arrebatar la antigua provincia del Sahara (270.000 Kms cuadrados) a España. Un
territorio vital desde el punto geoestratégico, rico en fosfatos, hierro,
petróleo y gas, que EE.UU no está dispuesto a dejar en manos de España dada la
situación en que se encuentra el régimen franquista. El plan consiste en
invadir la zona mediante una marcha “pacífica” de unos 300.000 ciudadanos
marroquíes (Marcha Verde), que se harían pasar por antiguos habitantes de la
zona.
El 6 de
octubre de 1975, el servicio de Inteligencia del Ejército español informa a
Franco, ya muy enfermo, de los planes de EE.UU en relación con el Sahara.
El 16
de octubre de 1975, la Marcha Verde es anunciada por Hasan II, al mismo tiempo
que el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU rechaza las pretensiones de
Maruecos sobre ese territorio.
Príncipe Juan Carlos:"Nunca os abandonaremos..." |
El 20
de octubre de 1975, Franco empeora ostensiblemente de su enfermedad. Sufre un
nuevo ataque al corazón.
El 21
de octubre de 1975, el príncipe Juan Carlos de Borbón, heredero del dictador,
se niega a aceptar la jefatura del Estado con carácter interino. Quiere plenos
poderes para poder actuar en el Sahara.
El 22
de octubre de 1975, el presidente del Gobierno español, Arias Navarro, con
conocimiento de Franco, manda a Solís a Rabat para tratar de parar el órdago
marroquí prometiendo negociaciones sobre el tema en cuanto la situación del
dictador mejore.
El 26
de octubre de 1975, comienza la Marcha Verde en territorio marroquí. Toda la
planificación operativa y la organización logística han corrido a cargo de
técnicos norteamericanos.
El 30
de octubre de 1975, Juan Carlos de Borbón se hace cargo de la jefatura del
Estado español (artículo 11 de la ley Orgánica del Estado). Está muy preocupado
por la situación en el Sahara pues tiene muy presente el caso portugués. No
quiere que la situación le desborde.
El 31
de octubre de 1975, el príncipe preside un Consejo de Ministros en La Zarzuela.
Cuestión prioritaria: el Sahara. Juan Carlos manifiesta su férrea determinación
de ponerse al frente de la situación. Sin embargo, no les dice a los reunidos
que él ya ha enviado a su hombre de confianza, Manuel Prado y Colón de
Carvajal, a Washington, para solicitar la ayuda de Henry Kissinger. Es
consciente de que una guerra colonial con Marruecos en aquellos momentos podría
precipitar los acontecimientos al estilo de lo acaecido en Portugal y que
podría perder su corona antes de ceñirla.
El
secretario de Estado norteamericano acepta la mediación solicitada por el nuevo
jefe del Estado español, intercede ante Hassan II y en las siguientes horas se
pergeña un pacto secreto por el que Juan Carlos se compromete a entregar el
Sahara español a Marruecos (vistiendo el muñeco de la rendición con unas
amañadas conversaciones políticas en Madrid), a cambio del total apoyo político
americano en su próxima andadura como rey de España.
El 2 de
noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón visita las tropas destacadas en El
Aaiun en un viaje sorpresa. Está en tratos secretos con los americanos para la
entrega del territorio, pero no tiene ningún reparo en escenificar un
“teatrillo castrense” con los militares (a los que traicionará en las
siguientes horas igual que al pueblo español, a los saharauis y a la propia
ONU) echando mano de la extensa parafernalia castrense propia de estos actos:
formación solemne, desfile, honor a los muertos, recepción en el Casino
Militar… En este centro, en el curso de una bien regada copa de vino español,
hasta se permite decirles a los oficiales de las tropas allí destacadas: “España no dará un paso atrás,
cumplirá todos sus compromisos, respetará el derecho de los saharauis a ser
libres” y también, hinchando el pecho y subiendo la barbilla: “No dudéis que
vuestro comandante en jefe estará aquí, con todos vosotros, en cuanto suene el
primer disparo”
El 6 de
noviembre de 1975, la Marcha Verde invade la antigua provincia africana
española. En virtud del pacto secreto (alta traición) entre Kissinger, Hassan
II y el flamante nuevo jefe del Estado español, los campos de minas de la frontera han sido levantados y los
legionarios españoles prudentemente retirados. España hasta se permite la
desvergüenza de enviar al ministro de la Presidencia para que gire una visita
de cortesía a los campamentos marroquíes. La ONU, incómoda y sin saber de qué
va la cosa, urge a Hassan II a retirarse y a respetar la legalidad
internacional. España mira para otro lado ¡bastante tiene el principito con
asegurar su corona! y el tirano alauí no hace el menor caso.
El 9 de
noviembre de 1975, Hassan II da por alcanzados todos sus objetivos en el Sahara
y en espera de las conversaciones de Madrid (ya tiene asegurada su presa)
retira los campamentos de la Marcha Verde a Tarfaya. Argelia protesta y retira
su embajador en Rabat. Los polisarios, traicionados por España, se aprestan a
la lucha.
El 12
de noviembre de 1975, comienza la Conferencia de Madrid entre España, Marruecos
y Mauritania, con EE.UU de mandamás en la sombra.
El 14
de noviembre de 1975 se produce la famosa Declaración de Madrid sobre el
Sahara. Por ella se entrega a Marruecos toda la parte norte de la antigua
provincia española: 200.000 Kms cuadrados de gran importancia geoestratégica,
muy ricos en toda clase de minerales, gas y petróleo (descubierto por
petrolíferas yanquis y en reserva estratégica). A Mauritania (que los
abandonará enseguida en beneficio de su poderoso vecino del norte) se le
transfieren 70.000 Kms cuadrados del sur, los más pobres e improductivos. Las
Cortes y el pueblo español no saben nada del asunto. Todo se ha tejido entre
bastidores, con la CIA, el departamento de Estado norteamericano y los
servicios secretos marroquíes como maestros de una ceremonia bochornosa en la
que el príncipe Juan Carlos ha movido sus hilos a través de sus validos y
hombres de confianza: Armada, Mondéjar, Torcuato Fernández Miranda… mientras el
Gobierno del anonadado Arias Navarro, con Franco moribundo y su porvenir político
en el alero, se ha limitado a ejercer de convidado de piedra en la mayor
vergüenza política y militar de España en toda su historia. Porque,
efectivamente, este país nunca jamás había traicionado de una forma tan
perversa a sus propios ciudadanos (los saharauis lo eran en 1975), se había humillado de tal manera ante un pueblo
más débil que él pactando en secreto su rendición, y abandonado cobardemente el
campo de batalla sin pegar un solo tiro y después de entregar a su
envalentonado enemigo acuartelamientos, armas y bagajes.
Una
vergüenza histórica sin paliativos, a cargar ¡como no! en el “debe” de España,
pero sobre todo en el de un príncipe sin principios morales de ninguna clase,
cargado de ambición, bufón de un dictador sin escrúpulos, ansioso de poner
sobre su cabeza los ridículos oropeles de una corona trasnochada y profanada
hasta la saciedad en el pasado por reyes despreciables de su propia dinastía, y
que se permitió el lujo de vender una parte de su propio país, una porción de
su propio pueblo, a la sacrificada minoría étnica que, bajo nuestras leyes y
nuestra protección, creyó en la promesas de España y en ser libres algún día.
¡Alta
traición, Cobardía ante el enemigo y Genocidio!
¡Que
nadie olvide esto en el 38 aniversario de aquella tropelía!
Fonte:
El Sáhara de los Olvidados / Por Amadeo Martínez Inglés*
*Coronel. Escritor. Historiador.
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